jueves, 6 de septiembre de 2007

FAMATINA: El tesoro riojano

FAMATINA: El tesoro riojano.

El cordón de Famatina, si bien no es el mas elevado de La Rioja, es sin dudas el mas emblemático. Se eleva con un sentido norte sur, paralelo a la cordillera frontal y su cumbre máxima, según el IGM, llega a 6097 metros. Dentro del cordón se recortan los picos General Belgrano (principal), Gran Riojano, La Mejicana, El Overo (5930 metros) y Overo Negro (5701 metros) considerado antiguamente como el principal.


El nevado:
Los nevados de Famatina se recortan en suelo riojano y sus cumbres sobrepasan los 6000 metros. La cadena está separa de la cordillera frontal por el valle de Vinchina o del río Bermejo. El primer ascenso a la cumbre máxima se realizó aparentemente en enero de 1947, existiendo datos de un ascenso a una cumbre menor denominada Nevado de La Mejicana en enero de 1892, lo cual representaría el primer ascenso a una cumbre del cordón. (Neat, Mountaineering in The Andes). El segundo ascenso se realizó el 13 de enero de 1952 por Normando Baca Cau y Miguel Colombo, mientras que el tercero fue del Club Andino Cordoba, el 24 de noviembre de 1958 (Pietro Meciani, Le Ande). La cumbre Overo Negro o Negro Overo (cumbre Norte del cordón, 5701 metros), como se la denomina en la mayor parte de la bibliografía fue ascendida por primera vez el 27 de noviembre de 1941 a las 12 horas por Horacio Harrington y Eusebio Gaitán, encontrando en su cumbre astas de venado y fragmentos de leña. (Beorchia Nigris, El Enigma de los Santuarios...).
La cumbre principal, ubicada al sur del cordón es denominada General Belgrano (6097 mts.) y durante mucho tiempo estuvo acotada con 6250 metros. En inmediaciones de ella existen otros dos picos de mas de 6000 metros: el Gran Riojano (cumbre oeste) y otro denominado La Mejicana o Famatina, algo mas al sur.
El nombre Famatina, según Juan Schobinger, significa “lugar de muchos metales”, en clara alusión a las antiguas minas de oro, plata y cobre que posee la serranía.

Viejos objetivos, nueva expedición.
En el marco del 2º Encuentro Nacional de Montaña realizado en Famatina en octubre de 2001, habíamos participado de la expedición para ascender el pico Gral. Belgrano, punto culminante de los nevados de Famatina.
En esa oportunidad habíamos compartido el ascenso con un grupo rosarino y otro mendocino compuesto por Jaime Suarez, Mirta Sarmiento y Susana Miatello.
Nuestro objetivo era aclimatar para el ascenso del Bonete (6759 mts.) y pese a la tormenta que truncó el ascenso a la cumbre, nuestro objetivo en esa oportunidad fue logrado al alcanzar el campo 2, a 5.500 metros, pudiendo dormir una noche allí.
También tuvimos el gusto de conocer a Eduardo Namur, que pese a ser también de Mar del Plata, no conocíamos. Rápidamente ganó un lugar en nuestro equipo con su gran fuerza de espíritu, su muy buen humor y sus habilidades para arreglar todo lo que se rompiera. El grupo lo completábamos Toni Moreno, Fabián Gonzáles y yo, demasiado conocidos para darnos cuenta de algún rasgo distintivo.
Aquel viaje estuvo condimentado con muchos ingredientes, diversos criterios, algunas renzillas, gustos diferentes y sobre todo gran cantidad de gente abarrotando cada uno de los campamentos.
Finalmente luego del intento, cada grupo continuó con sus objetivos pero quedó en el ambiente la busca de una nueva oportunidad en el tesoro riojano.
Jaime y Toni eran los mas ansiosos por volver, con Fabián considerábamos que el otro intento podía esperar.
Durante el verano del 2002 Jaime envió varios mails con mensajes sobre la vuelta al Famatina y finalmente formuló la invitación para marzo. Personalmente estaba preparando el ascenso al cerro Vallecito (6168 metros, Catamarca) para la misma epoca, así que era compatible con el proyecto de volver a Famatina. Además la oportunidad de volver a ver a Jaime y las “chicas” era tentadora y pronto el grupo lo formamos junto a Eduardo, Toni y Paulo que volvería a la Puna luego de 10 años.
Toni que luego de varias expediciones a la alta montaña buscaba una vez mas alcanzar por primera vez la cumbre de un seis mil, nos relata:

“Un 14 de marzo de 2002 partimos al medio día, de la cuidad de Mar del Plata, rumbo a nueatro querido Norte, Guillermo (el cabezón), Paulo (el inmombrable) y yo (Antonio, el viejo), junto con Eduardo (Total Service), nuestro destino era el pueblo riojano de Famatina, en el cual nos reuniríamos con el grupo de andinistas mendocinos integrado por Jaime Suarez, Mirta Sarmiento y Susana Miatello, a los que habíamos conocido en el Encuentro Nacional de Montaña el año anterior. Con ellos intentaríamos la cumbre del pico Gral. Belgrano de 6097 metros. Este cerro es el de mayor altura del extenso cordón de Famatina, el año anterior después de ascender hasta los 5500 metros debimos descender azotados por un temporal de fuerte viento granizo y nieve....Volvíamos por la revancha....”

Toni volvía por la revancha pero en su mochila gurdaba el respeto hacia el nevado que tan mal lo había tratado el año anterior. En esa oportunidad había bajado bastante cabizbajo haciendo responsable a un dolor de muelas su malestar....Cuidado Toni el Famatina es alto y duro....no sea cosa que tengas que bajar sin cumbre una vez mas....
“Arribamos al pueblo de Famatina a las 13 hs. del día siguiente teniendo que soportar 30 grados de calor. Mientras intentábamos una “siesta” en la plaza nos avisaron los muchachos de la Secretaría de Turismo que habían llegado los mendocinos, a los cuales nos unimos de inmediato y en medio de abrazos, mates y alegrías mutuas empezamos a entretejer las actividades a seguir en lo restante del día. Se decidió de comun acuerdo partir esa misma tarde rumbo al paraje “Cueva de Perez”, al cual después de unas 6 horas de duro trajinar por caminos inexistentes, exigiendo al máximo la 4x4 Land Rover Discovery de Jaime y la Ford Ranger de Guillermo por el lecho pedregoso de un río de montaña y trepando hasta los 3600 metros de altura, por fin divisamos la antigua construcción minera semi abandonada conocida como Cueva de Perez, en la cual daríamos comienzo el período de aclimatación a la altura, necesario para intentar un seis mil en esta zona de los Andes.”

Los abrazos, mates y alegrías mutuas rememorados por Toni eran mas efusivas entre Jaime y él. Nosotros estamos convencidos que tanta alegría era debida a que se volvía a reunir la cordada de mas de 100 años.
El largo trajinar de las 4x4 que también enuncia hubiera sido menos tedioso si hubiera cebado unos mates, pero bueno el viejo optó por llevarnos con el pico seco. En cuanto al vehículo de Jaime no es el momento de contar lo meticuloso que es con el orden y el riesgo cosntante que corren Susana y Mirta cada vez que intentar cambiar el casette del stereo o ensucian el asiento o dejan la puerta abierta.

La Mejicana.
“Se habían unido a nosotros un grupo de riojanos, algunos para prestarnos apoyo logístico y otros con intensión de ascender a la cumbre. Después de dos días en cueva de Perez, unos en camioneta y otros a pie salvamos los 700 metros de desnivel que nos separaban de La Mejicana, situada a 4300 metros, lugar donde seguiría el proceso de adaptación a la altura. En este punto funcionó una de las cabeceras del cablecarril de la mina y todavía a pesar de los muchos años transcurridos persisten en pie las enormes instalaciones, testigos silenciosos metálicos, otrora centro de actividad de cientos de mineros. Cuentan las leyendas de la región que en La Mejicana durante la noche se pueden percibir manifestaciones de diversa índole de los espíritos de los mineros fallecidos, durante la construcción y explotación de la mina”

Las manifestaciones de diversa índole mas que de los espíritus era de los vivos. Había manifestaciones sonoras producto de guisos y cereales. Había manifestaciones verbales producto de cambios de opinión entre los integrantes de la expedición, además de las manifestaciones de risa ante las constantes bromas que tenían como centro a Toni y sus repetitivas historias sobre sus viajes al Paso de San Francisco y alrededores. En esta oportunidad junto con nosotros Jaime también hizo frente común para volver loco a Toni, que como ya nos conoce se nos hace cada vez mas difícil hacerlo enojar.

“Después de transcurridas 24 horas en La Mejicana el grupo mendocino, junto a dos andinistas riojanos, decide partir hasta la lagunita situada a 5000 metros de altura, donde instalarían su campamento.El resto (los marplatenses) decidimos quedarnos un día mas para lograr una mejor aclimatación. Ese día nos sirvió para explorar nuestro entorno con la Ranger y también para pasar un adrenalítico momento ya que una parte del camino (lease huella), se derrumbó al paso de la 4x4, dejando al descubierto un tremendo socavón, llamado chimenea, excavación construida para ventilar las galerías de la mina, hecha varios años atrás y cubierta precariamente, cediendo la misma al paso de la camioneta y poniéndonos a todos a centímetros del desastre, que felizmente se pudo evitar gracias a los rápidos reflejos de Guillermo que iba al volante.
A esta altura de la expedición las cosas marchaban bien, la convivencia del grupo era en armonía y salvo las peleas hogareñas de Jaime y “las chicas” o alguna escaramuza verbal entre Paulo y Guillermo estaba “tudo bem”. Paulo había decidido hacernos de apoyo esperándonos en la lagunita el día de cumbre, ya que no se sentía lo suficientemente aclimatado. Esta desición que tomó, demostró en mi opinión personal, ser muy correcta, poniendo en relieve su madurez como andinista. A todo esto Eduardo había dado pruebas de su habilidad innata para arreglar todo lo que no funcionaba: calentadores, linternas, bastones rebatibles, maquinas de fotos, etc., etc., lo que le valió el mote de “total service”.”

Luego del ascenso a La Mejicana e instalarnos comodamente en la nueva carpa estructural de Jaime, habíamos hecho algunas caminatas para facilitar la aclimatación. Personalmente mantenía largas charlas con Jaime sobre ascensos e historia de las altas montañas americanas. Toni participaba en algunas ocasiones de las conversaciones y en otras iniciaba largos comentarios sobre Osho, religiones orientales y otras temas interesantes. Mirta, vieja guerrera de seimiles aguardaba el momento de iniciar la marcha como si su habitat fueran las laderas del cerro y no su campamento base. Con Paulo, mi socio, nos habíamos olvidado completamente de los problemas económicos de la empresa y compartíamos largas mateadas con Eduardo hablando de cualquier tema que saliera.
La convivencia entre ambos grupos era excelente, pero a los riojanos les costaba integrarse. Mas adelante demostraríamos todos sobradas muestras de la muy buena convivencia de los grupos en la montaña iniciando una verdadera amistad con los chicos de Famatina.
Intercambiando opiniones con Jaime, me comntó que optaría por salir la mañana siguiente hacia el campo 1 en la lagunita. Por mi lado prefería esperar un día mas para facilitar la aclimatación. Igualmete lo hablé con Toni y Eduardo y me manifestaron su conformidad. Paulo, como explicaba Toni, había decidido quedarse en La Mejicana, subiendo el día de cumbre a esperarnos al campameto 1. Le había costado mucho la aclimatación, subiendo al tercer día de 0 a 4400 metros, luego de 10 años sin estar en la altura. Pese a esto nunca perdió el buen humor y compartió en todo momento las actividades del grupo.
La estrategia era la misma que utilizamos en el anterior intento: larga caminata por el empinado acarreo que lleva a la lagunita (5100 metros), instalar el campamento 1, corto y potente ascenso por acarreo a la montura (5500 metros). Desde allí intentaríamos la cumbre primero por el filo y luego por los campos nevados que llevan a la cima.
Una vez que partió el grupo de Jaime, nos quedamos conversando en la carpa sobre los pasos a seguir y la forma de hacer mas rentable el ascenso, dejando pocas cosas libradas a azar y sopesando todos los elementos para lograr nuestro objetivo de cumbre. Estábamos hablando del primer tramo largo y tedioso cuando Adrián Carneiro, el integrante famatinense que nos acompañaba comentó que conocía una huella que subía casi hasta los 5000 metros y que era transitable para la 4x4. Un poco incrédulos lo interrogamos y volvió a afirmar que cando había trabajado en la explotación minera había subido hasta allí en vehículo. Al instante tomamos las camperas, el GPS y algo para tomar y salimos hacía allí. En un principio bajamos hasta la cueva de Perez y desde allí subimos por un valle paralelo al de La Mejicana. Salvo el gran peligro que corrimos al desmoronarse el camino cediendo en un “chimenea” de ventilación sin marcar, el camino era transitable y luego de una hora diez minutos de marcha llegamos efectivamente a 4935 metros. Dejamos la camioneta y fuimos caminando hasta el campamento de la Lagunita donde Jaime no podía entender lo que veía, ellos habían tardado casi cinco horas de esfuerzo y nosotros aparecíamos de la nada. Después de unas chanzas bajamos hacia La Mejicana, donde cenamos y charlamos hasta tarde.

El ascenso a la cumbre de los Nevados de Famatina.
“ Al día siguiente de haber partido los mendocinos, emprendimos la marcha acompañados por otro montañista riojano llamado Adrián, residente en Famatina. A la tarde estábamos armando campamento en la Lagunita y comprobando que el grupo de Jaime ya había partido rumbo a la Montura, lugar del segundo campamento a 5500 metros. Desde allí solo 700 metros de desnivel separan a los andinistas de la cumbre.
A la noche los acontecimientos se precipitaron, y decidieron en gran medida la suerte de ambos grupos de montañistas. Un tremendo temporal de viento rugió en las alturas. En la Lagunita pudimos soportarlo tras reforzar los anclajes de las tiendas y levantar un pircado como reparo del viento. No sucedió lo mismo en la Montura, al ser un lugar muy expuesto, durante la noche las ráfagas huracanadas destruyeron las dos carpas, teniendo que tomar la decisión de descender al amanecer ante la perdida del vital equipo. Nosotros mientras tanto, al comprobar que el viento tendía a calmarse con el transcurrir de las horas, decidimos subir a la Montura, asumiendo el riesgo de tener que sufrir otra noche como la anterior. Nos cruzamos con Jaime que muy abatido nos dijo que opinaba que deberíamos bajar todos ya que en su criterio el temporal volvería a soplar después de las 16 horas, pero continuamos el ascenso. Después de un duro ascenso con las mochilas cargadas llegamos a la Montura con la firme desición de aguantar lo que viniera, para a la mañana siguiente tener nuestra oportunidad de cumbre.
Por fortuna paso la noche sin mayores sobresaltos y al amanecer el sol radiante calentó nuestros cuerpos y nuestros ánimos, el destino o el espíritu de la montaña lo quiso así.
Empujados por la ansiedad de Guillermo partimos lentamente al principio, hasta que con el paso del tiempo fuimos ganando ritmo.”

El ascenso hasta la Montura (5520 mt.) es por un acarreo fino bastante firme. Hacia el final gana algo de inclinación y se hace bastante pesado. En esta oportunidad la Montura estaba desprovista de nieve y tuvimos que caminar para encontrar un planchón de hielo para derretir. Desde la Lagunita tardamos 4 horas a un ritmo parejo. En nuestro intento del año anterior habíamos encontrado bastante nieve allí y luego de la tormenta de la noche que pasamos en el lugar el paisaje era totalmente blanco. Desde éste campo 2 se ve toda la vertiente de La Mejicana y se observa todo el cordón de los Nevados de Famatina hasta el Negro Overo. La cumbre no se visualiza debido a que la parte alta del filo SE la oculta.

La escalada final.
“ Avanzamos hasta el comienzo del filo y comenzamos el ascenso por él. Cerca del mediodía empezamos a ver cerca el filo cumbrero y luego de un corto pero pesado pedrero vimos una suave lomada llena de planchones de hielo de unos 600 metros de extención y al terminar ésta un abrupto e inmenso nevé y en su extremo norte ¡al fin! se presentía la cumbre, meta ansiada y obtetivo final del grupo. A pesar que faltaban horas de duro y extenuante esfuerzo, percibí que todos en ese momento tuvimos la certeza de que lo lograríamos.
Pasaron dos largas horas gramponeando sobre nieve y hielo y repentinamente estuvimos en una pequeña meseta donde ya no veíamos nada para subir...el momento mágico había llegado y abrazados todos caminamos lo últimos metros con lagrimas en los ojos, hasta el pequeño pircado donde sobrevivía a duras penas una larga madera, todo lo que quedaba de una cruz. Abrazos, felicitaciones, gritos de júbilo y fotos por doquier borraron la fatiga instantáneamente. Yo recordé a mis seres queridos y lamente que en esta oportunidad no estuviera mi amigo y compañero de montaña Fabián González, en esos momentos en Mar del Plata, para disfrutar juntos ese momento.
Al oeste, desde nuestra cumbre observábamos a corta distancia el “Gran Riojano”, pico de majestuosas y bellas líneas, totalmente nevado. Su altura es levemente menor al “General Belgrano”, lugar donde nos encontrábamos nosotros.
Después de permanecer una hora en la cumbre, gracias al hermoso día que nos había tocado, emprendimos el descenso con un ritmo firme y sostenido, llegando a la Montura a las 17 horas.
Inmediatamente comenzamos a levantar el campamento y luego de armar nuestras mochilas partimos para la Lagunita, donde según lo planeado estaría esperando Paulo. Faltando todavía un buen trecho pudimos visualizar a lo lejos su silueta, dejándonos tranquilos de que no había faltado a la “cita”.
Nos recibió portando bajo su brazo un termo de café caliente y repartiendo a dieatra y siniestra abrazos, golosinas y felicitaciones. Seguimos el descenso, tras la breve pausa que nos permitió recuperarnos del duro esfuerzo, hasta llegar, ya con el sol ocultándose tras el horizonte, a la camioneta con la que nos trasladamos hasta La Mejicana, donde fuimos recibidos por Jaime, Mirta, Susana y el grupo de riojanos, que al enterarse de nuestro éxito compartieron con nosotros la inmensa alegría de haber hecho cumbre.”

El ascenso había sido de acuerdo a lo planeado y el Famatina nos había hecho conocer sus secretos de uan agradable forma. Si bien el esfuerzo fue sostenido logramos regular el ascenso para disfrutar todo el recorrido. Utilizamos la vía normal que recorre el filo SE y luego la llamada por algunos “pared Este”, que es un largo nevero sobre la cara oriental del pico General Belgrano. Durante la segunda parte del ascenso fue necesaria la utilización de grampones y piqueta.
Habíamos partido del campamento de la Montura a las 8,15 hs. ya con el sol arriba. Hollamos la cumbre a las 13,15 hs. y permanecimos allí hasta las 14,30 hs. El GPS indicó una altura de 6142 metros, que coincide con otras mediciones con igual sistema. La altura oficial del IGM es de 6097 metros.
En la cumbre encontramos el testimonio de nuestro amigo Horacio Sánchez, que había ascensido la máxima altura de los Nevados de Famatina durante un intento de travesía de todas las cumbres del cordón.

“Pasados los primeros momentos de euforia, Jaime nos hizo saber que ese mismo día junto a dos andinistas riojanos habían ascendido varios picos de la cadena virgen que ellos bautizaron cordón de las Llaretas, habiendo alcanzado la máxima altura a mas de 5000 metros, imponiéndole el nombre de Patrono San Pedro en honor al santo de Famatina.
Después de habernos comido “todo” y tras largas conversaciones, fuimos introduciéndonos en nuestras bolsas de dormir donde el sueño reparador se hizo presente”

El 21 de marzo de durante la mañana bajamos por el cauce del río Amarillo y luego por la huella minera hasta el pueblo. El recibimiento fue mucho mas efusivo de lo esperado. La gente nos preguntaba por la calle sobre la suerte de la expedición. Todo el pueblo había estado expectante de la suerte corrida por nosotros. En realidad era la primera vez que nos ocurría esto, ya que ni siquiera en nuestra ciudad habíamos despertado tanto interés.
El hecho era que para el pueblo de Famatina, era realmente importante que un famatinense hiciera cumbre, ya que frente al éxito de sus vecinos de Chilecito el único logro local hasta la fecha era bastante sobrio. Junto a nosotros había hecho cumbre Adrián Carneiro, segundo oriundo del pueblo en la cúspide, de allí tanto entusiasmo.
Realmente estábamos alegres por la cumbre y por el entusiasmo despertado en Famatina. Llegamos a la Secretaría de Turismo y fuimos recibidos por su titular. Allí nos informó que en la radio local nos estaban esperando para hacernos una nota y además el intendente nos invitaban un chivito. La verdad no lo podíamos creer: éramos famosos e íbamos a comer gratis. La cuestión que fuimos a la radio, nos entrevistaron, luego a Jaime en su carácter de presidente de la Unión Panamericana de Asociaciones de Montañismo y Escalada.
Luego del almuerzo regado por un buen vino famatineño, vimos el video que filmara la secretaría de Turismo en oportunidad de nuestra expedición. Comenzamos con las despedidas que realmente se hicieron duras. Primero Jaime, Mirta y Susana. Luego los amigos de Famatina. Cada uno había ganado un lugar en nuestras vidas, como nosotros habíamos ganado un lugar en la vida de ellos. Los recuerdos del Encuentro de Montaña del año anterior afloraban y los nuevos amigos aguardarían nuestro regreso.






RESTOS INCAS. (*)

Durante nuestro ascenso al Socompa tuvimos oportunidad de descubrir vestigios incas. Donde instalamos nuestro segundo campamento encontramos gran cantidad de leña. Luego, en Salta, Alejandro Giménez nos contaría que durante su primer ascenso en ese lugar había varios atados. Desde aquí se aprecia el Llullaillaco en toda su magnitud elevándose desde las entrañas de la puna.
Dentro del cañadón que conduce a la cumbre hay una pequeña construcción bien conservada apoyada en la pared que cae del contrafuerte sur. Es un excelente mirador y domina el paisaje hacia el NO.
(*) Según el prestigioso Antonio Beorchia Nigris son restos incas.

LA PACHAMAMA.

En todo el norte se respeta a la madre tierra ofrendándole siempre el primer trago o bocado de lo que se valla a tomar. Por otro lado se erigen apachetas en lo alto de las abras o en las mismas cumbres. Cada viajero que pasa por allí debe ofrendar algo y agregar una piedra a la pirca.

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